Bonsái, el arte de la inmortalidad en una vasija
Fue en una escena del primer acto de “The Karate Kid” (1984) cuando Daniel “Soy un enclenque humano” Larusso (Ralph Macchio) llega a su hogar después de recibir otra paliza y se encuentra con el señor Miyagi (Noriyuki “Pat” Morita) podando unas diminutas plantas bonsái. Miyagi, en su eterna sabiduría, sienta al joven frente a una de las plantas y le enseña cómo darle forma, y así al sumergirse en esta tarea, el joven encuentra la calma.
Para muchos el primer contacto con un elegante árbol bonsái pudo haber ocurrido gracias un detalle en una película, una imagen en una revista, o como parte de la decoración de un hogar, pero no se trata de un simple adorno o un hobby, el acto de cultivar estas plantas en miniatura para reproducir artísticamente una escena de la naturaleza en un espacio reducido y así creando una réplica que puede ser más encantadora que la versión original, es un arte con un rica historia.
“El bonsái es especial porque es una combinación de lo que es la horticultura con arte plástica”, explica Robert Sandro Rivera, presidente del Club Bonsái Nativo. “Te ayuda como arte a cada día enfrentar mejor la vida y crea mayor sensibilidad en el ser humano. Además de esto, realmente es el único arte vivo que existe”.
Aunque en la mente de muchos este arte milenario está completamente ligado a la cultura japonesa, se originó hace más de dos mil años en China, donde era conocido como “Penjing”, lo cual significa “la naturaleza dentro de una vasija” y era practicada por monjes taoístas porque para ellos estas plantas eran objetos de culto, ya que el árbol representaba un puente entre lo divino y lo humano. Estos monjes cultivaron plantas en envases y desarrollando distintas técnicas de cultivo lograron reducirlas de tamaño pero sin que dejaran de ser similares a plantas adultas y así empezaron a representar paisajes de la naturaleza, era como si armaran set de LEGO pero con piezas completamente orgánicas.
No fue hasta el siglo XII que esta técnica de cultivo llegó a Japón donde se le dio el nombre de bonsái (bon = tarro + sai = árbol) y donde se empezó a reconocer y a difundirse como un arte y un hobby, aun así no fue hasta después de la primera y la Segunda Guerra Mundial que el Occidente conoció estos árboles y en la década de los 70 fue que se popularizó en Europa, especialmente en Italia donde existe una escuela especializada.
Fue en la década de los 60 que, gracias a la migración japonesa, e l arte del bonsái llegó a República Dominicana, principalmente en la zona de Puerto Plata, pero no es hasta la década de los 90 que realmente se comenzó a trabajar con más criterio gracias a los cursos impartidos por Pedro Morales, reconocido internacionalmente como un maestro del bonsái.
La popularidad de los árboles bonsái ha llegado hasta el punto de que desde el 1989 cada cuatro años se celebra una convención mundial en la que miles de aficionados se reúnen para compartir, ver y disfrutar de las exhibiciones de estas elegantes plantas que incluyen ejemplares que pueden llegar a tener 100, 200 hasta 600 años.
“El árbol bonsái puede durar toda la vida”, expresa Rivera, “se lo puedes pasar a tus hijos, inclusive a tus nietos y así puede pasar sucesivamente puede pasar de una generación a otra, porque las plantas constantemente se van transformando, se van regenerando ellas mismas, por eso duran mucho tiempo”.
En la Convención Mundial de Bonsáis que se celebró en Japón en el 2017 un ejemplar de 600 años fue vendido a un precio de 900 mil dólares.
Como ya se ha mencionado, el bonsái no cuenta con una árbol que es pequeño por naturaleza sino que se mantiene así dándole forma, podando el tronco, las hojas y las raíces cada cierto tiempo además de otras técnicas de cultivo como la poda de raíces, el alambrado y el transplante, pero estas pueden variar según la especia de la planta. Asimismo, practicar técnicas del bonsái en El Caribe tiene sus ventajas ya que, por lo general, en otra zonas el proceso para tener este tipo de árbol durar hasta 12 años, mientras que El Caribe se puede lograr entre 3 o 4 años porque la trayectoria del sol es mucho mejor para esta clase cultivo.
Los bonsái pueden ser clasificados por su tamaño (Shito, Mame, Shohin, Komono, etc.) y la forma y posición del tronco (Chokkan, Moyogi, Shakan, Kengai, etc.) y también se toma en cuenta las especies que se utilizan para este tipo de cultivo como la Acer, Pinus, Rhododendron, Juniperus, Ficus, etc. En realidad, cualquier especie arbórea o arbustiva puede ser cultivada como bonsái, aunque los aficionados prefieren aquellas con hojas pequeñas y que son resistentes al cultivo en maceta. De todas formas, si la planta se cuida como debe ser puede existir el mismo tiempo que un árbol normal de su especie. Hay que resaltar que en más fácil trabajar con plantas endémicas al área donde se van a cultivar porque ya están adaptadas a su entorno.
“Yo recomiendo que utilicemos plantas nativas y plantas endémicas en República Dominicana”, aconseja Rivera, “pero todavía podemos utilizar plantas que son introducidas, como los ficus y el fukiantea porque son tropicales y bastante fáciles de manejar, pero hay algunas como las de cuatro estaciones que no son buenas para el bonsái en nuestro clima porque tienden a deteriorarse muy rápido como, por ejemplo, el pino negro y la zalea que son plantas que requieren mucho la helada”.
El antiguo arte del bonsái actualmente es celebrado con una exposición que cuenta con más de 60 de árboles trabajados por 31 expositores en una muestra organizada por el Club Bonsái Nativo y que estará disponible al público hasta el 9 de junio en el primer nivel de Ágora Mall.
Fuente Estilos http://bit.ly/2K46MEr
via Diario Libre
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