Los derechos de los pacientes, fundamento de los valores de la profesión médica
El respeto a la dignidad del paciente debe ser considerado el fundamento y pilar básico de todos los demás valores de la profesión médica. En las últimas décadas se ha observado un cambio de paradigma en la relación clínica que ha venido de la mano del desarrollo de la Bioética y también del reconocimiento de los derechos de la persona en distintos ámbitos de su vida (derechos civiles, sociales, políticos y laborales), algo a lo que tampoco ha sido ajeno el entorno de la salud. En esta línea, a mediados del siglo pasado se formularon los derechos del paciente, ejemplo de ello son la Declaración de Helsinki, el informe Belmont y posteriormente mediante cartas de derechos del paciente no vinculantes. Estos derechos son fundamentales para las profesiones sanitarias, especialmente para la profesión médica que recoge en la norma de todas nuestras actuaciones, el Código de Deontología, estas consideraciones y conceptos. Paulatinamente el valor de la autonomía personal ha ido cobrando protagonismo y su reconocimiento explícito en el derecho positivo supuso un punto de inflexión, ejemplo de ello fue la Ley General de Sanidad de 1986. Hoy, para los médicos y médicas, el valor del respeto a la persona, esencialmente en su dignidad, entronca con todos y cada uno de los valores de la profesión porque entendemos que nuestro ejercicio profesional es un servicio a las personas a las que atendemos. Para un médico el respeto a la persona a la que atiende, en su dignidad y a su autonomía, es uno de los primeros deberes éticos y deontológicos a exigir, además de ser también un requerimiento legal. Nuestra sociedad tiene en alta consideración el sistema sanitario y a los médicos en particular como actores principales del mismo. Así, valora como muy importante los aspectos relacionados con el trato, la información y la toma en consideración de la opinión del paciente. Desde 2020 estamos inmersos en una gran crisis sanitaria que ha precipitado tener que enfrentarnos de manera precoz a la telemedicina y a circunstancias especiales y como la atención telefónica a nuestros pacientes en Atención Primaria de manera compulsiva. Estos factores unidos al desarrollo de la Medicina y de los modelos de atención, la masificación de la asistencia y la superespecialización, ha provocado una cierta deshumanización de la Medicina. Es necesario recuperar ese vínculo de confianza mutua y de complicidad, siempre desde un prisma basado en el acompañamiento más que en la tutela del paciente, especialmente en el ámbito de la Medicina Familiar y Comunitaria. Insisto en que no tener en cuenta el respeto al paciente en la práctica médica supone vulnerar un deber ético esencial. El médico se debe a su paciente, pero debe de verlo como protagonista de su proceso de salud. Pero esta no es solo una cuestión de los profesionales sanitarios, ni mucho menos. Para poder desarrollar bien estos planteamientos es necesario contar con las condiciones adecuadas, con tiempo para los pacientes, con menores cargas burocráticas, con más tiempo para formación y, especialmente, con estabilidad laboral en las plantillas para que de verdad podamos ejercer nuestro trabajo en los entornos adecuados y así dar la mayor calidad asistencial y el mayor apoyo a las familias y a la comunidad de la que formamos parte. La sanidad de calidad en nuestro país y la reconstrucción de nuestro Sistema Nacional de Salud requiere de la participación y aportación de todos, de una visión holística basada en pilares sólidos que lo sustenten. Sin duda, los derechos de los pacientes son uno de esos ejes que deben de vertebrar nuestro modelo y al que no podemos renunciar, sino todo lo contrario, debemos de seguir dando pasos para avanzar en ello. Desde el Consejo General de Médicos creemos que el paso más firme en este sentido sería el tantas veces demandado Pacto de Estado por la Sanidad, un gran acuerdo que entre profesionales, pacientes y fuerzas políticas permitan mantener y mejorar un modelo sanitario que hoy está en peligro. *Dr. José Mª Rodríguez Vicente, secretario general del Consejo General del Colegios de Médicos (CGCOM).
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