
La batalla contra el Covid-19 se libra en los interiores. Un año y medio despúes del inicio de la pandemia sabemos que el riesgo de transmisión no está tanto en tocar objetos o superficies contaminadas como en los aerosoles, partículas muy pequeñas que emitimos al hablar, cantar, gritar, toser o estornudar, que quedan suspendidas en el aire, pueden ser transportadas por el mismo y acumularse en lugares cerrados. No se comportan igual en espacios interiores que exteriores. En los lugares sin ventilación, al quedar suspendidos en el aire, hay más probabilidades de que sean inhalados por los que están en la misma sala. En cambio, si abrimos las ventanas y el aire circula, los aerosoles se dispersan disminuyendo su concentración...
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