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Premio BBVA a los creadores de las dos tecnologías que unidas han impulsado las terapias de ARN mensajero

Katalin Karikó, Robert Langer y Drew Weissman son los ganadores de la decimocuarta edición del Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Biología y Biomedicina «por sus contribuciones a las terapias de ARN mensajero (ARNm) y a la tecnología de transferencia que permite a nuestras propias células producir proteínas para la prevención y el tratamiento de enfermedades», señala el acta del jurado. La aplicación más sobresaliente derivada hasta ahora del trabajo de los galardonados es «el desarrollo oportuno y rápido de vacunas contra el SARS-CoV-2», que han demostrado proporcionar «una protección eficaz contra la Covid-19 grave». El jurado destaca que las vacunas que están frenando la pandemia son solo el principio de una tecnología «llamada a extenderse a otras áreas terapéuticas, como las enfermedades autoinmunes, el cáncer, los trastornos neurodegenerativos, las deficiencias enzimáticas y otras infecciones víricas», señala el acta. «Este premio reconoce a los creadores de las dos tecnologías que, unidas, no solo han hecho posible las vacunas contra el Covid-19, sino que abren todo un abanico de posibilidades terapéuticas en áreas muy diversas para el futuro. Las vacunas han sido el primer ejemplo del potencial de la unión de estas dos tecnologías, pero ya se está investigando y hay ensayos clínicos sobre su uso contra otras enfermedades», explica Óscar Marín, director del Centro de Trastornos del Neurodesarrollo en King’s College London (Reino Unido) y secretario del jurado. Karikó y Weissman, bioquímica e inmunólogo respectivamente, y Langer, ingeniero químico, son autores de avances cruciales en la cadena de hallazgos científicos que han convertido en realidad las llamadas terapias de ARN mensajero, una tecnología que logra que sean las propias células del cuerpo las que producen las moléculas con capacidad terapéutica. Por orden cronológico, la primera contribución es la de Langer, catedrático del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, EE.UU.). En los años setenta del pasado siglo, Langer publicó en la revista Nature el primer trabajo que demostraba que era posible encapsular en nanopartículas moléculas de ácidos nucleicos −como el ARN, siglas de ácido ribonucleico−, y transferirlas al interior del cuerpo. Abría la puerta así a «empaquetar las macromoléculas terapéuticas, incluido el ARNm, de forma que puedan ser transferidas a las células, y que la propia maquinaria de traducción celular sintetice la proteína/antígeno», explica el acta del jurado. La aportación de Karikó y Weissman, ambos catedráticos en la Universidad de Pensilvania (EE.UU.), llegó ya entrado el nuevo siglo. Como recoge el acta, «juntos desarrollaron métodos de modificación del ARNm para evitar su destrucción por parte del sistema inmunitario humano», una vez introducido en el organismo. Fue un avance clave. «Karikó y Weissman descubrieron cómo modificar las moléculas de ARNm para hacerlas susceptibles de ser utilizadas como agente terapéutico, y Langer ideó el vehículo seguro, la tecnología de encapsulación que permite introducir el ARNm dentro del cuerpo», explica Oscar Marín. «Los dos avances son imprescindibles». «Durante 40 años no solo no recibí ningún premio, sino que no recibí ningún apoyo económico para mi investigación, así que este reconocimiento es un gran honor. Quiero aprovechar que estoy bajo los focos de los medios para animar a los jóvenes a dedicarse a la ciencia, porque es apasionante», ha explicado Katalin Karikó tras conocer el fallo del jurado.

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via abc.es

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