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Clóchinas, la hermana gemela del mejillón (y una rica receta)

El mejillón ha sido durante años uno de los manjares más solicitados de la gastronomía española, no solo dentro de las clásicas mariscadas, también como aperitivo predilecto junto a bocados más 'modestos' como las aceitunas, los frutos secos o las patatas fritas. De concha alargada, carne de color anaranjado y unas pequeñas branquias que se sitúan a los dos lados del cuerpo, el mejillón es uno de los moluscos bivalvos más populares, al igual que las almejas, las ostras o la navaja, y saludables del mercado. Por ejemplo, es rico en proteínas, refuerza las defensas, controla la presión arterial y previene las infecciones.

Sin embargo, en nuestro país, esta delicia convive con la que muchos consideran su 'hermana gemela', la clóchina, conocida también como el mejillón del Mediterráneo. ¿En qué se diferencian ambos moluscos? Mientras que los mejillones convencionales suelen habitar en el océano Atlántico -sobre todo en las Rías Gallegas- y en los Países Bajos, las clóchinas se crían exclusivamente en aguas de la ciudad de Valencia, o al menos eso aseguran aquellos que se dedican al negocio.

Además, los mejillones presentan una tonalidad más rojiza y se pescan durante todo el año. En cambio, las clóchinas tienen un tamaño más pequeño y un color más anaranjado. Sin olvidar que solo podemos encontrarlas durante los meses que corren de abril a septiembre. Bajo esta premisa, ¿qué cualidades hacen de las clóchinas un alimento tan especial?

Un manjar 100% autóctono

Foto: iStock.Foto: iStock.Foto: iStock.

Las primeras referencias escritas sobre este molusco datan del siglo XIX en el puerto de Valencia, donde ya estaban instaladas dos bateas que producían alrededor de 30.000 kilos de clóchinas al año. Una actividad que recibió el apoyo de toda la comunidad, motivando la ampliación del puerto y la proliferación de bateas, que actualmente ascienden a veintidós. Este proceso comienza con la selección de la 'semilla', nombre que recibe el embrión del animal, la cual se venda posteriormente y se sujeta con una cuerda trenzada, para después ser sumergida en el mar hasta que finalice la cosecha. Un cultivo que tiene lugar durante los meses de noviembre hasta abril y que también se rige por el calendario lunar: la cosecha se realiza entre la luna llena de abril y la luna menguante de agosto, mientras que la recogida de la semilla suele ocurrir con la luna creciente del mes de mayo.

La clochina tiene un sabor más intenso, un tamaño más pequeño y una textura más cremosa que el mejillón

Su alimentación se basa en los restos que le proporciona el mar Mediterráneo como, por ejemplo, el fitoplancton y otras sustancias orgánicas. Esta dieta, además del medio en el que crecen, las convierte en un producto sumamente valioso, bajo en calorías y con una gran cantidad de vitaminas y minerales. Por ejemplo, es rico en calcio, magnesio, potasio, fósforo y, sobre todo, hierro. También es considerada una fuente importante de ácido fólico y vitaminas B12 y E, esenciales para la prevención de enfermedades neurodegenerativas, la formación de glóbulos rojos, la protección del sistema inmune y la mejora de la visión. Además, incluye yodo en su composición, fundamental para el buen funcionamiento de la glándula tiroides.

En cuanto a su sabor, es mucho más intenso que el del mejillón convencional y presenta una textura más cremosa. Por ello, la mejor manera de degustarlas es sin demasiadas florituras; es decir, abiertas al vapor o hervidas con un poco de agua de mar. Aunque también suelen formar parte de recetas más contundentes como las paellas o los guisos marineros. Eso sí, para probar los mejores ejemplares, debéis ceñiros a su temporalidad.

Al tratarse de un producto tan exclusivo, también nos podemos encontrar con casos de fraude. Una forma de identificarlas es a través del precio -el doble que el de los mejillones- y su valva, que debe ser completamente negra. Bajo esta premisa, ¿cómo podemos introducir las clóchinas en nuestra cocina?

Clóchinas al estilo valenciano

Foto: iStock.Foto: iStock.Foto: iStock.

Ingredientes:

1 kg de clóchinas

2 dientes de ajo

1 cucharada de aceite de oliva

1 cucharada de vino blanco

Zumo de limón

Pimienta negra en grano

Laurel

En primer lugar, lavamos concienzudamente las clóchinas. Después, ponemos los dientes de ajo picados, el laurel y la pimienta en una cazuela pequeña con un poco de aceite de oliva y removemos de vez en cuando mientras se hacen a fuego lento. Pasado un tiempo, añadimos la cucharada de vino blanco y el zumo de limón. A continuación, colocamos las clóchinas en la cazuela, la tapamos y la dejamos en el fuego hasta que todas se hayan abierto. Finalmente, se sirven calientes con el caldo de la cocción, que surge del agua que las clóchinas tenían en su interior y que aporta un sabor muy peculiar al plato. Dependiendo de los gustos del comensal, también se puede añadir un poco de guindilla, perejil, pimiento verde o cebolla.



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