Pegamento, succionadores y otros remedios caseros peligrosos para engrosar los labios
Ponerse un poco de pegamento bajo la nariz para levantar los labios y que estos parezcan más carnosos es el último desafío viral entre las adolescentes que buscan tener la boca de Kylie Jenner o Angelina Jolie. Estas jóvenes han encontrado en internet una solución rápida (y estúpida) para tener los labios de sus ídolos sin tener que recurrir a los rellenos. El reto empezó con un vídeo que una tal @gnarlysinner colgó a principios de septiembre en la red social TikTok (y que curiosamente ha desaparecido de las redes), y días después, @chloehammock4, colgó otro que fue el que revolucionó definitivamente el universo digital, y que cuenta hoy con 22,9 millones de reproducciones. «Es absurdo y más peligroso de lo que parece», indica Alexandra García Sánchez, técnico sanitario y especialista en técnicas de pigmentación y extensiones de pestañas del salón Vhega. «Las menos insensatas utilizan el pegamento que utilizamos para las pestañas -que tampoco es apto para la piel, pero es menos dañino-, pero la mayoría opta por el clásico súper glue de loctite, que tiene una sustancia llamada cianomecrilato que es tóxica para la piel y las mucosas», avisa. «Y, como por sí solo no se despega hasta pasados unos días, las que quieren deshacer el entuerto se lo arrancan a la fuerza, y esto puede producir eccemas, manchas (el tejido “se inflama” y al darle el sol se activan los melanocitos) y se crean hasta cicatrices. «Además de irritaciones, alergias y heridas, este método puede crear una arruga por presión o compresión de los dos tejidos, que podría durar muchísimo tiempo», advierte esta especialista. Pero éste no es el único reto ridículo al que se suma esta generación. También le añaden pimienta a su gloss para generar un ligero efecto calor y cosquilleo en los labios, o meten la boca dentro de una botella de Coca-Cola o un vasito de chupito, para crear un efecto vacío que activa la circulación de la sangre, e hincha desmesuradamente los labios. Además, el mercado on line está lleno de succionadores de goma específicos para este fin, que inflaman ridículamente los labios dejándolos, en la mayoría de los casos, morados y deformados. Y esta peligrosa práctica se viralizó bajo los hashtag #Kyliejennerchallenge y #lipschallenge. El selfie, el peor espejo La culpa de estas modas la tienen algunos instagramers, youtubers y otros «ers» insensatos que se convierten en los arquetipos de los jóvenes, que les imitan, principalmente, para compartirlo con sus propios seguidores y crear la admiración de su entorno. Para muestra, este dato del cirujano plástico Antonio Tapia: siete de cada diez menores de 35 años admiten estar demasiado pendientes de su físico por culpa de Instagram, y esto ha llevado a que los procedimientos de cirugía y medicina estética hayan aumentado un 20 por ciento. «A menudo tienen una imagen distorsionada, porque están acostumbrados a verse en modo selfie, y la auto-foto deforma la imagen y agranda ópticamente las zonas prominentes», explica el doctor Tapia. La Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética (Secpre) también aporta una cifra alarmante: uno de cada 10 españoles que recurre a la cirugía estética lo hace influido por los selfies y los comentarios a estos en redes sociales. La Sociedad Española de Medicina Estética (SEME) ha notado asimismo un aumento de los rellenos con ácido hialurónico en bocas y tratamientos con toxina botulínica en gente muy joven debido a la presión que ejercen las redes sociales sobre el físico. «Salir guapo en Instagram se ha convertido para muchos en una necesidad, y tomar numerosas fotografías antes de elegir, es la rutina de muchos», apunta el doctor Diego Tomás Ivancich. La grasa de los mofletes Es lo que ha hecho Mar Torres, la ex de Froilán de Marichalar, que ocupa portadas de revistas y hasta de medios de información general con su sorprendente transformación. Tras retocarse la nariz y aumentarse los labios con infiltraciones de ácido hialurónico, su último anuncio ha sido una intervención que busca la estilización del rostro mediante la extracción de las bolsas de grasa de los mofletes, conocidas como bolas de bichat. «Su retirada permite marcar más los pómulos y proporcionar una cara más angulosa», explica la doctora María Teresa Achiques, directora de Sensabell Plastic Surgery. «En Instagram es un reclamo que ha aumentado un 80% para imitar caras tan conocidas como la de Elsa Pataky o Mario Vaquerizo», añade Tapia. Por fortuna, esta red social ha dado un paso adelante: ha ordenado retirar los filtros con los que los usuarios se sometían a una intervención virtual. También ha empezado a hacer privados los «me gusta» de cuentas, primero en Canadá, y después en Australia, Brasil, Irlanda, Italia, Japón y Nueva Zelanda, y no tardará en llegar a España. Con esto buscan derrocar la tiranía de los «me gusta» y hacer que los usuarios compartan lo importante para ellos, sin miedo a no recibir la aprobación popular. «En la vida real hay un factor de protección infalible para evitar que los chicos y chicas pidan operarse de estética: el dinero», añade Jesús Benito Ruiz, presidente de la Asociación Española de Cirugía Estética Plástica. Además, como apunta el doctor Julio Millán, «con los adolescentes hay una norma muy sólida entre los profesionales: retrasar las operaciones hasta que tengan su estructura facial y corporal totalmente desarrollada. Y a los que no les gusta nada de sí mismos y quieren operarse de todo (se llama “dismorfia”) hay que mandarlos al psiquiatra».
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