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Lo que nunca debes hacer con tu sartén

Alguien te invita a cenar y todo marcha de cine hasta que, de repente, apila todas las sartenes en el fregadero recién usadas y comienza a echar agua. Lo mejor es que te estremezcas, sí, aunque no digas nada ya que te han invitado. Lo único que puedes hacer es advertir cuando el daño ya está hecho y, por supuesto, no repetir tú el error, pues aunque penséis que ese utensilio manchado por la comida puede beneficiarse de un poco de agua, pero estáis en un error.

El sonido chisporroteante del agua fría contra el metal de la sartén debería advertiros de que algo va mal. Hacerlo causa el llamado choque térmico, que podría arruinar tu utensilio de cocina (incluido el más caro), así lo explica el sitio web 'Taste of Home'.

¿Qué es un choque térmico?

Básicamente, el metal se expande a medida que se calienta. La mayoría de las ollas y sartenes están hechas de múltiples capas de metal, como el acero inoxidable y el aluminio. También pueden tener un revestimiento esmaltado o antiadherente. Cada uno de estos materiales se expande y se contrae a diferentes temperaturas, que nunca se notan cuando el cambio ocurre gradualmente. Por ejemplo, cuando calientas lentamente una sartén o dejas que alcance la temperatura ambiente, naturalmente, las capas de metal se expanden juntas.

Con el choque térmico la sartén se puede deformar, por lo que no podrás cocinar bien y además el acabado puede desprenderse y es peligroso

¿Cuándo surge el problema? Si se da un cambio repentino en la temperatura, como el de poner la sartén caliente en contacto con agua fría. Entonces los metales se enfriarán demasiado rápido y, como consecuencia, el utensilio se puede deformar, romper, agrietar o astillar. Y cuando esto sucede acarrea más problemas, pues las cacerolas deformadas no cocinan uniformemente. No solo eso, el acabado puede desprenderse, y el esmalte desconchado o el revestimiento antiadherente pueden penetrar en tu comida. ¡No gracias!

¿Cómo cuidar tu sartén?

En principio es bastante sencillo. En lugar de llevarla al fregadero nada más terminar de cocinar, lo mejor que puedes hacer es dejar que se enfríe gradualmente en la encimera. Si necesitas espacio, colócala sobre un salvamenteles u otra superficie resistente al calor.

Rubén Rodríguez

Debes tener especial cuidado si se trata de sartenes finas antiadherentes o si están hechas con vidrio, pues son más susceptibles al choque térmico. Con las que son más gruesas puedes tener más suerte, pero tampoco quiere decir que tengas que ponerlas directamente sobre el fregadero.

Cuando se haya enfriado lo suficiente, entonces sí podrás acelerar el proceso agregando pequeñas cantidades de agua tibia. Eso sí, si tu sartén ya se ha deformado, lo mejor que puedes hacer a estas alturas es comprar una nueva. Y, por supuesto, no volver a ponerla en el fregadero cuando está ardiendo.

Un último truco si tu sartén está quemada: puedes espolvorear bicarbonato sobre ella junto con un poco de agua y, dependiendo de la prisa que tengas, puedes o bien dejarla reposar durante unas horas (lo que hará que el fregado sea más fácil después) o bien coger un estropajo y frotar las partes que se han quemado. La comida se desprenderá fácilmente; bastará entonces con darle un buen enjuague antes de volver a usarla. Algunas fuentes también aconsejan usar sal, porque es abrasiva, o incluso hojas, pero quizá lo más efectivo es que no vuelvas a quemarla.



Fuente elconfidencial.com

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