Científicos del CNIO descubren un «escudo protector» para evitar los daños de la radioterapia
La radioterapia es una de las armas más eficaces para acabar con las células cancerosas. Pero su poder está limitado por las dosis que puede soportar un paciente sin que se vuelva en su contra. Por eso, un fármaco que protegiera frente a una radioterapia intensiva permitiría ser más agresivos en el tratamiento para fulminar el tumor y lo haría sin correr riesgos. Científicos del CNIO, el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, han dado el primer paso en ese camino al descubrir una vía para proteger las células sanas de la radiación. El hallazgo, que se publica en la revista «Science», abre posibilidades más allá del tratamiento del cáncer. Permitiría, por ejemplo, extender la protección contra los efectos secundarios de otros tipos de radiación como la que puede provocar un accidente nuclear o la exposición a los rayos cósmicos durante los viajes espaciales. Síndrome gastrointestinal La clave de este trabajo está en URI, una proteína de la que aún no se comprenden aún todas sus funciones. Tirando de este hilo lleva Nabil Djouder, jefe del grupo de Factores de Crecimiento, Nutrientes y Cáncer del CNIO y autor principal del estudio que ahora ve la luz. De otras investigaciones previas, se sabía que los enfermos de cáncer que acusan más efectos secundarios tras la radioterapia tienen niveles bajos de la proteína. Esto se ha visto, sobre todo, en pacientes con tumores en la cavidad abdominal que deben someterse a radioterapia. Los que tienen niveles altos de la proteína URI están más protegidos y no sufren el síndrome gastrointestinal. Esta es una complicación grave de la radioterapia que provoca la muerte de las células intestinales y el fallecimiento de los pacientes con independencia del proceso tumoral. En experimentos con ratones, los investigadores del CNIO, han hallado la fórmula para proteger las células intestinales sanas del impacto de la radioterapia. Han identificado la zona donde se expresa URI en una población específica de células madre durmientes que se localizan en unas oquedades del intestino. Estas células, una vez que finaliza la radioterapia son las encargadas de regenerar el intestino. Curiosamente, cuando estas células no fabrican URI se sobreactiva la expresión de c-MYC, un oncogén muy conocido que hace que proliferen y mueran debido a los daños causados por la radiación. Esto impide que el intestino se regenere, lo que hace que deje de ser funcional y fallezca el paciente, explica en una nota el CNIO. Los hallazgos de los científicos del CNIO abren ahora la puerta a un tratamiento con efecto doble poniendo como diana este oncogén. «Si lo inhibimos o lo eliminamos podríamos disminuir los efectos de la radioterapia, aumentar su dosis y ser más eficaces en los tratamientos del cáncer. Además de proteger el intestino, los inhibidores de este oncogén son por sí mismos un arma eficaz contra el cáncer por lo que tendríamos una eficacia doble», asegura a ABC Djouder. De momento, solo se ha visto su capacidad para proteger las células intestinales en tumores de la cavidad abdominal. Aunque la puerta se ha abierto para estudiar si también podemos proteger otros tejidos del organismo de la radioterapia, dice el investigador del CNIO. "Este será nuestro siguiente paso". El autor principal del estudio y jefe del Grupo de Factores de Crecimiento, Nutrientes y Cáncer del CNIO, Nabil Djouder, subrayó que «todavía no se conocen todas las funciones precisas de URI». «A semejanza del pH o la temperatura, que tienen que mantenerse en unos niveles equilibrados para el correcto funcionamiento del cuerpo, URI también parece contar con una ventana muy estrecha de equilibrio que determina el correcto funcionamiento de otras proteínas: cuando sus niveles están por encima o por debajo de esa ventana, puede promover tumores o proteger contra su desarrollo, así como el de otras enfermedades. Depende mucho del contexto». Además, las aplicaciones de este descubrimiento podrían extenderse a la protección contra los efectos secundarios de otras fuentes de radiación intensiva, como los accidentes y las armas nucleares, o la exposición a los rayos cósmicos durante los viajes espaciales.
Fuente Salud http://bit.ly/2YSv7Au
via abc.es
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