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La farmacia llega a las casas de los más vulnerables

El confinamiento decretado en marzo para frenar la expansión del Covid-19 y evitar el colapso de los hospitales dejó en una situación muy complicada a los más mayores, que en muchas ocasiones viven solos y necesitan una medicación crónica. Una medida pensada para proteger del coronavirus, como era el encierro en casa, podía derivar en otros problemas graves de salud por falta de seguimiento y adherencia a los tratamientos de las enfermedades con las que ya conviven. «El 75% de los medicamentos son para personas mayores de 65 años», explica a ABC Salud Jesús Aguilar, presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos. Conscientes de esta situación, la Organización Farmacéutica Colegial ofreció al Ministerio de Sanidad un protocolo excepcional de Atención Farmacéutica Domiciliaria para dispensar los medicamentos en los domicilios y evitar el riesgo de contagio de la población más vulnerable, como personas dependientes, con problemas de movilidad, con síntomas de Covid-19, en cuarentena domiciliaria por coronavirus, y pacientes crónicos complejos. El Ministerio aceptó y los farmacéuticos llegaron a un acuerdo con Cáritas y Cruz Roja para intentar llegar a la mayor población posible. En solo un mes de confinamiento, más de 850.000 pacientes recibieron su medicación en sus domicilios. Este servicio ha merecido el premio ABC Salud de este año a la mejor iniciativa en oficinas de farmacia. «Hemos querido ofrecer la red de 22.000 farmacias en España y el conocimiento sanitario en este momento tan complicado. Estamos muy contentos de poder ser útiles y todavía estamos siendo poco utilizados para todo el potencial que tenemos», asegura Jesús Aguilar. Uno de los miles de profesionales que ha participado en esta iniciativa llevando los medicamentos a casa de sus vecinos ha sido Juan Gil, farmacéutico en Villa del Prado, uno de los municipios de la Comunidad de Madrid con mayores tasas de Covid-19. «Ha sido mucho trabajo porque estamos en un pueblo con mucha gente mayor, pero ha merecido la pena. Villa del Prado ha sido un ejemplo de solidaridad y entrega. Nos llamaba la gente, íbamos a su casa a por la tarjeta sanitaria, volvíamos a la farmacia a por el tratamiento y de vuelta a su domicilio para dispensarlos» asegura en conversación con ABC. Estricto protocolo No todo fue fácil porque, en ocasiones, aquello que reclamaba el paciente no salía en la receta electrónica y había que investigar la razón. «Volvíamos a llamarle para preguntarle cómo se estaba tomando el medicamento y detectar si lo estaba haciendo mal. Y, si ha sido necesario, hemos contactado con el centro de salud», recuerda. Y es que estas visitas de Juan no solo garantizaban el suministro del tratamiento a la persona sino que servían para asegurarse de la correcta adherencia. «En el domicilio hacíamos un repaso de todo lo que se tomaban porque estamos hablando de un perfil de paciente polimedicado», advierte. Las entregas se hacían en una bolsa cerrada a través de la ventana o en la puerta si se trataba de un piso. Los pedidos se recogían por la mañana y los entregaban por la tarde. Todo esto se lleva a cabo mediante un protocolo estricto en el que tiene que quedar registrado a quién se le dispensan en el domicilio qué medicamentos y por qué. Juan reconoce que en este municipio había mucho miedo a salir a la calle porque en la primera ola murieron varios vecinos. «Aquí nos conocemos todos. Los fallecidos no son un número, son amigos, familiares…en la farmacia conocemos a todos», señala. Este farmacéutico también cuenta que algunas personas llamaban simplemente para hablar: «Están solos, no salen de casa y el nexo con el mundo ha sido la farmacia o el servicio a domicilio del supermercado a través del ayuntamiento». Cuando termine la situación de pandemia, los farmacéuticos quieren evaluar los resultados de este proyecto y, si el balance es positivo, intentar buscar la manera de continuar con este servicio para los usuarios más vulnerables.

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via abc.es

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