Sanitarios fallecidos: Vidas entregadas a frenar la pandemia
A sus 63 años, bordeando la jubilación, el enfermero José Montero decidió que había llegado el momento de dejar de hacer guardias. Las de febrero de 2020 serían las últimas. Luego lo pensó mejor. Había mucho trabajo por hacer en su centro de salud, el Carlos Mestre de Puertollano (Ciudad Real), así que mejor dar un poco más de tiempo. Aguantaría también marzo, sin saber que ese mes lo cambiaría todo en España. El tsunami del coronavirus encontró a Montero de guardia y sin protección. «Si lo hubiera dejado como dijo en un principio, no hubiera pasado esto», lamenta hoy su hija Ana Isabel. Pero para Montero, quien llegó a trabajar hasta con un brazo roto, era inevitable arrimar el hombro un poco más. Hoy es uno de los sanitarios fallecidos en España por la simple y complicada razón de querer cumplir con su trabajo y con lo que él consideraba su deber. Ya son 63 médicos, 7 enfermeros y 21 farmacéuticos los que han muerto por el Covid-19 en España, según los respectivos órganos colegiales. Un fenómeno que no ha terminado con la primera ola. Algunas de estas muertes se han producido este mismo mes. La familia de Montero, junto con la del médico Emilio Úcar Corral, recogió en representación del colectivo el premio honorífico al médico del año de ABC Salud, dedicado este 2020 a todo el personal sanitario que ha dado su vida por salvar otras. «Han sacrificado muchísimo, quizá demasiado», resumió en la entrega Alfonso Úcar, hijo de quien fuera director médico del Hospital Santa Cristina en Madrid. En realidad, lo sacrificaron todo: primero su bienestar y el de su familia, después su propia vida. Lo hizo Isabel, la primera médico en caer el pasado 27 de marzo, a la que siguieron Emilio, José, Nerio, Juan Antonio, Manuel, Luis, Amparo, Esteban, Pedro, Sara, Vicente, Julián, José Ramón, Carlos, Jesús... Autoaislarse Muchos de ellos, además, murieron sin un último adiós de sus seres queridos. El propio Montero, tras semanas en la UCI resistiendo en soledad, acabó expirando el 26 de abril sin poder ver una última vez a su mujer y sus hijas. Lo mismo que le ocurrió al médico Antonio Gutiérrez, de 67 años, coordinador médico del centro de Salud de Eras de Renueva (León). Falleció el 2 de abril, cuando su familia llegaba al aparcamiento del centro hospitalario. Les separaron tan solo unos minutos. Para la doctora Isabel Muñoz la distancia fue de kilómetros. Murió sola en su casa de Salamanca, tras obligar a su marido a irse con su familia política al pequeño pueblo de Villaflor (Ávila) ante los primeros síntomas del virus. Temía contagiarle, así que se autoaisló. La mañana del 24 de marzo la Policía la encontró muerta en la cocina, después de que su marido y su hermano avisaran de que no habían podido contactar con ella ese día. Porque al cansancio acumulado y a la falta de material de protección, se sumó el miedo de los sanitarios a contagiar a sus seres queridos, que siempre estará presente mientras perviva el virus. También lo vivió la familia de Emilio Úcar. Desde los primeros días de marzo, el médico decidió dormir en el sofá y cenar alejado de su familia. Por si acaso. Pero siguió yendo a trabajar cada día, siendo consciente de que se podía infectar y de que la situación iba a ser crítica. «Él decía que era lo que tenía que hacer, que era su responsabilidad», cuenta Marta López-Monís, su mujer. Apenas un par de semanas después, cuando ya bregaba con ahínco por conseguir material de protección para el personal de su hospital, comenzaron los síntomas y fue ingresado. Empeoró, mejoró, volvió a empeorar. Estuvo solo muchos días y pocos ratos con su familia. Hablaron y él se despidió, antes incluso de que se viera cerca el final. Pero este llegó para el director hospitalario al que tantos querían. El 16 de abril se fue, el día de su vigésimo séptimo aniversario de boda. Sin protección El médico jamás se hubiera subido a un escenario a hablar sobre su trabajo. Su familia lo sabe. Pero las circunstancias lo han cambiado todo. Perdió la vida. España ha registrado ya más de 66.700 contagios entre el personal sanitario, según los datos del Ministerio de Sanidad al cierre de estas páginas. Y muchos lo vieron venir, como Vicente Sánchez, oftalmólogo y médico del SAMU en Valencia, fallecido por el Covid el 7 de abril. «Él siempre decía que con las medidas de protección que había nos íbamos a contagiar todos», dice su hijo Vicente, también médico. Primero trabajaron sin material de protección, reciclando mascarillas, guantes y sin Epis. Según una encuesta de la Organización Colegial de Enfermería de abril, siete de cada diez enfermeras habían trabajado sin equipos de protección frente a la pandemia. Y cuando el material comenzó a llegar, no siempre fue de la calidad necesaria. Sin embargo, los sanitarios siguieron respondiendo por todos. En demasiados casos, a cambio de su vida. Como resume Alfonso Úcar, su padre «no es un número, no es un héroe, simplemente es una gran persona que murió haciendo lo que creía correcto». Un pensamiento que se repite entre los familiares de las víctimas. Un hecho que no excluye, dice Úcar, que cualquier homenaje será siempre insuficiente para agradecer todo lo que el personal sanitario ha hecho por el resto.
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