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En qué tienes que fijarte para saber si un alimento es bueno para tu corazón

La alimentación saludable es un pilar fundamental para prevenir la aparición de enfermedades cardiovasculares, junto con la práctica de ejercicio físico moderado de forma regular y el abandono del hábito tabáquico. Como recuerda el doctor Javier Aranceta, presidente del Comité Científico de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) y miembro del Comité de Nutrición de la Fundación Española del Corazón, «la Sociedad Americana de Nutrición habla de 1.800.000 muertes anuales por patología cardiovascular en todo el mundo atribuibles, en concreto, al bajo consumo de frutas y otro millón largo al bajo consumo de vegetales y hortalizas». En España son más de 44.000 personas las que mueren al año por enfermedades cardiovasculares derivadas de una mala alimentación, tal y como recoge un estudio publicado en el «European Journal of Epidemiology». Para el doctor Aranceta, entre las claves para mantener una alimentación saludable «es importante considerar el conjunto de la alimentación: los alimentos, los ingredientes, la forma de preparación y el estilo de consumo. También los espacios de actividad física diaria y otras actividades gratificantes, además de la convivialidad y el sentido vital positivo». Sin duda, el momento de la compra es también clave para lograr mantener una alimentación saludable. Y en este sentido, resulta especialmente importante saber leer adecuadamente el etiquetado de los productos, interpretando correctamente lo que significa esa información. «En la etiqueta debemos buscar dos informaciones importantes: la primera es la composición del producto; es decir, de qué está hecho. Los ingredientes se presentan en orden decreciente, siendo el primer ingrediente el más abundante. La segunda información que encontramos es la composición nutricional; esto es la cantidad de calorías, grasas, hidratos de carbono, proteína, fibra y sal que contiene ese producto y que se presenta en cantidades por 100 gramos por 100 mililitros», explica la doctora Marisa Calle, profesora de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad Complutense de Madrid y también integrante del Comité de Nutrición de la FEC. A la hora de elegir, cuanto menos azúcar, menos grasa saturada y más grasa monoinsaturada o poliinsaturada tenga el alimento, más saludable se considera, pero también hay que fijarse en que tenga poca sal y que contenga fibra. Estos son los puntos clave: 1. Ingredientes por orden decreciente 2. Poca grasa saturada (ideal menos de 0,5 gramos por cada 100 gramos de producto o menos del 10% de las calorías totales). 3. Poco azúcar (ideal menos de 5 gramos por cada 100 gramos de producto). 4. Poca sal o sodio (ideal menos de 0,3 gramos de sal o 0,12 de sodio por cada 100 gramos de producto). 5. Bastante fibra (ideal más de 3 gramos por cada 100 gramos de producto). La dieta mediterránea es la única que ha demostrado beneficios a nivel cardiovascular. Está basada en el consumo de vegetales, frutas y hortalizas frescas, junto con la utilización del aceite de oliva virgen como grasa principal y el consumo de pequeñas cantidades de frutos secos y cereales de grano entero o integrales. «Desde la publicación de los primeros resultados del estudio PREDIMED, un estudio español colaborativo de diferentes regiones de España, sabemos que una dieta de este tipo es capaz de disminuir el riesgo de enfermedad cardiovascular además de haberse mostrado también útil para prevenir otras enfermedades como la diabetes tipo II e incluso algunos tipos de cáncer», recuerda la doctora Marisa Calle. La experta añade que, desde la óptica de la prevención de la enfermedad cardiovascular, «la dieta mediterránea se ha mostrado preventiva de la hipertensión arterial, mantiene niveles adecuados de colesterol en sangre y disminuye la inflamación de las células de los vasos sanguíneos. Es la única dieta en la actualidad de la que hay evidencia científica de sus beneficios».

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