El control de COVID-19 a largo plazo estará determinada por la fuerza y la duración de la inmunidad
El impacto de la inmunidad natural o inducida por las futuras vacunas serán factores clave en la trayectoria futura de la pandemia de covid-19. En concreto, una vacuna capaz de provocar una fuerte respuesta inmune podría reducir sustancialmente la carga futura de infección, según un estudio de investigadores de la Universidad de Princeton (EE.UU.) publicado en la revista «Science». «Gran parte del debate con la trayectoria futura de Covid-19 se ha centrado en los efectos de la estacionalidad y las intervenciones no farmacéuticas, como el uso de máscaras y el distanciamiento físico», afirma el investigador Chadi Saad-Roy. «A corto plazo, y durante la fase pandémica, estas intervenciones son el determinante clave de la carga de casos. Sin embargo, el papel de la inmunidad será cada vez más importante». «En última instancia, no sabemos cómo será la fuerza o la duración de la inmunidad natural al SARS-CoV-2, o una posible vacuna», explicó la investigadora Caroline Wagner, de la Universidad McGill. Por ejemplo, «si la reinfección es posible, ¿qué hace la respuesta inmune de una persona a su infección previa?», se pregunta Wagner. «¿Es esa respuesta inmune capaz de evitar que usted transmita la infección a otros? Todo esto afectará la dinámica de futuros brotes». El estudio actual se basa en una investigación previa que mostró que es poco probable que las variaciones locales en el clima dominen la primera ola de la pandemia de covid-19 e incluyó a muchos de los mismos autores. Los investigadores utilizaron un modelo simple para proyectar la incidencia futura de casos de covid-19, y el grado de inmunidad en la población humana, bajo una variedad de supuestos relacionados con la probabilidad de que los individuos transmitan el virus en diferentes contextos. Por ejemplo, el modelo permite diferentes duraciones de inmunidad después de la infección, así como distintos grados de protección contra la reinfección. Como era de esperar, el modelo encontró que el pico pandémico inicial es en gran medida independiente de la inmunidad porque la mayoría de las personas son susceptibles. Sin embargo, es posible que exista una amplia gama de patrones epidémicos a medida que aumenta la infección por SARS-CoV-2 y, por lo tanto, la inmunidad en la población. «Si las respuestas inmunitarias son débiles o transitorias, por ejemplo, se pueden esperar brotes más grandes y frecuentes a medio plazo», señala la coautora Andrea Graham. Además, la naturaleza de las respuestas inmunitarias también puede afectar los resultados clínicos y la carga hospitalaria de los casos graves. Pero la pregunta clave es la gravedad de las infecciones posteriores en comparación con las primeras. Es importante destacar que el estudio encontró que, en todos los escenarios, una vacuna capaz de provocar una fuerte respuesta inmune podría reducir sustancialmente el número de casos. Incluso una vacuna que solo ofrece protección parcial contra la transmisión secundaria podría generar grandes beneficios si se implementa ampliamente. Los autores del estudio también exploraron el efecto de los ‘antivacunas’ y ‘negacionistas’ en la dinámica de la infección futura. Su modelo encontró que las personas que se niegan a participar en medidas farmacéuticas y no farmacéuticas para contener el coronavirus podrían, no obstante, retrasar la contención del virus incluso si hay una vacuna disponible. «Nuestro modelo indica que, si el rechazo a la vacuna es alto y se correlaciona con una mayor transmisión y un comportamiento de más riesgo, como negarse a usar una mascarilla, entonces la tasa de vacunación necesaria para alcanzar la inmunidad colectiva podría ser mucho mayor», señala el investigador Simon Levin. «En este caso, la naturaleza de la respuesta inmune después de la infección o la vacunación sería un factor muy importante para determinar cómo de efectiva sería una vacuna». Una de las principales conclusiones del estudio es que el seguimiento de la inmunidad de la población al SARS-CoV-2, además de las infecciones activas, será fundamental para predecir con precisión la incidencia futura. «Esto no es algo fácil de hacer con precisión, especialmene cuando no se comprende bien la naturaleza de esta respuesta inmune», afirma Michael Mina, de la Escuela de Salud Pública de Harvard y la Escuela de Medicina de Harvard. «Incluso si podemos medir una cantidad clínica como un título de anticuerpos contra este virus, no necesariamente sabemos lo que eso significa en términos de protección».
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via abc.es
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