Diez platos internacionales imprescindibles y una receta muy popular
Quien visita un país no solamente debe disfrutar del patrimonio histórico y cultural o de los emplazamientos y rincones más turísticos. Para vivir y exprimir con intensidad cada destino, hay que saborear los deliciosos platos típicos de las gastronomías autóctonas. Seleccionamos diez platos nacionales imprescindibles alrededor del mundo.
Ajiaco con pollo (Colombia)
Los colombianos son expertos en sopas. Las hacen buenísimas y de todos los sabores, ingredientes, texturas y hasta colores. Una de las más representativas es el ajiaco con pollo. Resulta especialmente consumido tanto en la capital como en la zona central andina del país. Los ingredientes principales son el pollo, la papa criolla (también conocida como papa amarilla), la mazorca y la arracacha (un tubérculo también denominado apio criollo). Se suele servir acompañado de aguacate y arroz blanco.
En Bogotá es aconsejable visitar el barrio de la Candelaria para probar genuinos ajiacos.
Iris stew (Irlanda)
Este estofado irlandés es el plato más popular del país. Una receta contundente y sabrosa que se puede probar a lo largo de toda la isla. Consiste en una receta a base de ternera y verduras a la que se le puede añadir también cerveza, acentuando aún más su sabor irlandés. Se elabora con ternera troceada, patatas, zanahoria, cebolla o puerro, caldo o agua, tomate, laurel, harina, sal, pimienta y aceite de oliva. Es un plato perfecto para los días fríos y lluviosos.
Hay que probar esta receta en un típico pub acompañada de una pinta.
Wiener schnitzel (Austria)
El filete al estilo de Viena (también conocido como escalope vienés) es uno de los más famosos platos de la cocina austriaca. Se trata de una carne empanada y frita con diversas guarniciones (patatas al perejil, arroz cocido, ensalada de patatas o ensalada de pepinos) que se puede encontrar en todas las versiones posibles, bocadillo incluido. La mejor opción es la que se elabora con ternera blanca. Su origen es tema de debate entre los expertos: en España los comerciantes árabes rebozaban la carne con pan rallado durante la Edad Media. Pero la comunidad judía de Constantinopla también afirma conocer un plato similar desde el siglo XII.
La clave del escalope vienés es la calidad de la carne y que esté tierno y crujiente.
La bandera (República Dominicana)
Si hay un plato que representa a este cálido país caribeño, ese es la bandera. Esta receta, que evoca a los colores nacionales de la bandera dominicana, es un plato fácil de elaborar y apetecible en cualquier época del año. Suele tomarse al mediodía en cualquier rincón de esta isla y consiste en carne guisada (sobre todo de pollo o ternera), arroz blanco y habichuelas. Se emplata colocando los ingredientes por separado y se suele acompañar de ensalada verde.
El toque especial lo ponen los plátanos, verdes o maduros que se preparan cortados en rodajas o láminas y se fríen en aceite muy caliente.
Papa a la huancaína (Perú)
Aunque el ceviche es considerado como el plato insignia de su gastronomía, su consumo está ya tan extendido por todo el mundo que vamos a destacar la papa a la huancaína. Suele servirse como entrante e incluso como guarnición de carnes y pescados. Aunque es un plato de elaboración sencilla, la calidad de la patata -Perú es el país con más variedades de patata del mundo- es lo que le otorga el toque especial, junto con la salsa con la que se baña: se prepara con queso, aceite, sal y ají amarillo, el aderezo peruano por excelencia. La receta es originaria de la ciudad de Huancayo.
Suele servirse acompañado de aceitunas negras, huevo duro y hojas de lechuga.
Pollo tandoori (India)
Posiblemente es el plato más famoso de esta rica y sabrosa gastronomía. El pollo se marina en una mezcla de yogur y especias -comino, cúrcuma, cilantro, pimienta, ajo, jengibre…- que le aportan jugosidad y un sabor muy intenso. Debe su nombre al tandoor, un peculiar horno de barro de origen milenario donde se cocinan todo tipo de alimentos previamente macerados, dándoles un sabor característico y una consistencia jugosa y aromática.
Su origen se remonta a la época del Imperio mogol.
Esquites (México)
Un antojito mexicano que se vende en cualquier rincón del país. Su elaboración surgió en la época prehispánica. El maíz es su elemento principal, desgranado, cocido con sal y normalmente también con chile. A su elaboración tradicional se han ido sumando otros ingredientes como el queso, la mayonesa y el limón. La preparación varía según las regiones: algunos añaden salsas, chipotle, epazote, etc. En DF resulta imprescindible probar los esquites de Don Josué elaborados con un ingrediente estrella: el tuétano (en Madrid se puede probar una receta similar y deliciosa en el restaurante Iztac).
Mención especial para el mole poblano, una salsa originaria de Puebla con gran variedad de ingredientes que se sirve sobre el guajolote (pavo). Es uno de los platillos mexicanos más representativos.
Curanto (Chile)
Procede de Chiloé, aunque su popularidad está extendida por todo el país e incluso por la Patagonia Argentina. Se prepara al aire libre y su peculiaridad es que se cocina en un hoyo. Los alimentos se introducen en un pozo cavado en la tierra de cierta profundidad. El fondo se cubre con piedras que se calientan en una fogata. Cuando están al rojo vivo se comienza a colocar los ingredientes. Se utilizan pescados y mariscos, carne, longanizas y legumbres como el haba y repollo, todo ello envuelto en hojas. El resultado es un festín culinario que mantiene el auténtico sabor de los alimentos.
También se agrega chapalele, una masa elaborada con papas cocidas, harina y agua.
Feijoada (Brasil)
La feijoada es el plato nacional de Brasil; proviene de los esclavos de la época colonial y tiene como protagonistas los frijoles o judías pintas con arroz. Se acompañan de una enorme variedad de carnes de cerdo, chorizos, salchichas, solomillo, lomo adobado, chuletas, manitas, lengua, rabo, etc. Tampoco faltan como guarnición las frutas a las brasas, como la piña y la naranja. En España y durante todo el invierno se sirve en un templo de la gastronomía brasileña como es Rubaiyat.
Se acompaña de farofa, una receta típica carioca a base de harina de mandioca, huevos, carne seca y perejil.
Pad thai (Tailandia)
Se trata de uno de los platos más reconocidos y llenos de sabor de la cocina tailandesa. Se come tanto en los restaurantes como en los puestos de street food a lo largo y ancho de este país del sudeste asiático. Se compone de tallarines de arroz salteados con salsa de pescado, huevos, pasta de tamarindo, pimientos, setas, soja, cilantro y se acompaña de pollo, carne de cerdo, camarones, langostinos…
En los puestos callejeros cuestan menos de un euro al cambio.
Pastizzi & gbejniet (Malta)
La gastronomía maltesa atesora matices e influencias inglesas, italianas, francesas y árabes que otorgan a su cocina sabores intensos y especiados. Hay dos aperitivos muy populares en la isla: el pastizzi, de origen turco, son unas pequeñas masas de hojaldre rellenas de queso ricota o de guisantes; los gbejniet, frescos o en conserva, son pequeños quesos redondos de sabor intenso que se disfrutan en cualquier rincón isleño.
El conejo estofado es otro plato nacional imperdible: se cocina a fuego lento durante horas con un sofrito de tomate o de vino.
Especial receta. Moules frites (Bélgica)
Los mejillones con patatas fritas es el plato típico de Bruselas y uno de los platos nacionales de Bélgica. Hay muchas maneras de prepararlos, pero una de las más representativas y sencillas es la que nos recomienda Visit Brussel: a la marinera (moules marinière).
Ingredientes para dos personas:
1,5 kg de mejillones
1 taza de agua
1 vaso de vino blanco
2 ramas de apio
1 hoja de laurel
1 taza de chalotas picadas (o cebolla)
Sal y pimienta
Opcional: 1 taza de nata agria (crème fraîche)
Elaboración. Utilizar mejillones frescos. Limpiarlos muy bien en el exterior. Ponerlos en una cazuela, añadir el agua, el vino blanco, la hoja de laurel, las ramas de apio a trocitos y las chalotas picadas. Salpimentar a gusto. Echar por encima la nata agria. Dejar hervir tapado durante 8-10 minutos y estarán listos para comer junto a una buena ración de patatas fritas.
Cómo hacer las patatas fritas. En Bélgica se elaboran de una manera especial y en dos fases. En la primera, se pelan las patatas, se cortan en bastoncitos y se cuecen en grasa de buey (sustituir por aceite vegetal si no se dispone de esta grasa) a 160º de temperatura. Se sacan, se escurren bien y se dejan reposar durante 15 minutos. En la segunda fase se calienta la grasa a 180º y se vuelven a poner las patatas, esta vez para que se frían durante 4-5 minutos hasta que el exterior quede crujiente. Sacar, escurrir, salar… ¡y a disfrutar!
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