¿Cómo hay que utilizar la pasta según su forma y longitud? Te damos algunas pistas
Como es bien sabido, la pasta es uno de los alimentos más extendidos de la gastronomía actual. Aunque sus orígenes son inciertos, algunos expertos creen que fue Marco Polo quien importó la receta a Italia tras uno de sus viajes a China en el siglo XIII. En cambio, en España este honor corresponde a los árabes, quienes, en el siglo XIII, nos descubrieron un nuevo ingrediente hecho a base de harina y agua, y que alcanzó gran popularidad durante la Edad Media. Desde entonces, son muchas las variedades que han ido apareciendo en el mercado, de hecho, actualmente conviven más de 200 tipos de pasta. Los espaguetis, los macarrones, los tallarines y los raviolis son solo una pequeña parte de esta gran familia.
Sin embargo, a pesar de lo que muchos creen, no todas comparten propiedades. Su longitud, forma, relieve o color influyen notablemente en el papel que luego interpretan en el plato. Y es que no todos los tipos de pasta combinan bien con la salsa de tomate, las verduras o la carne; esas cualidades que las hacen únicas determinan también su modo de elaboración. Entonces, ¿qué aspectos debemos tener en cuenta para preparar el plato de pasta perfecto?
Pasta larga y fina
Dentro de este grupo encontramos viejos conocidos como los spaghetti y los bavette; pero también algunas variedades que resultan de lo más extrañas para los comensales españoles. Es el caso de los capellini -conocidos aquí como cabello de ángel-, los ciriole o los bucatini, entre otras muchas. Entre sus similitudes no solo se encuentra el aspecto, también su dificultad a la hora de comer y preparar en casa. Motivo por el que la mayoría se comercializan ya secas y listas para cocer.
En cuanto a los ingredientes que las acompañan, se recomiendan salsas suaves y ligeras donde el aceite de oliva sea uno de los protagonistas y que, además, contengan algunos tropezones de carne, verduras o pescado. No obstante, estos no deben ser demasiado grandes, pero tampoco muy pequeños, lo adecuado es que tengan el tamaño idóneo para poder coger todos los ingredientes en cada bocado. Las almejas, las setas, las salchichas, las gambas o la salsa hecha a base de tomate son algunos de sus más fieles compañeros.
Pasta larga y ancha
En el bando contrario encontramos los pappardelle y la lasagna, que, aunque muchos piensen que es un plato independiente, también es considerado un tipo de pasta. No la receta en cuestión, sino las láminas que se utilizan para su elaboración. Sin embargo, el auténtico rey de la fiesta son los tallarines, pensados para dar cuerpo a salsas más espesas donde la crema de leche o el queso aportan la consistencia adecuada. Debido a su mayor tamaño, también admiten trozos un poco más grandes de otros alimentos.
Pasta corta y cilíndrica
El tamaño y la textura de la pasta corta, cilíndrica y con estrías la convierte en perfecta para guisos, estofados y recetas que incluyan salsas más densas, ya que los surcos que llevan dibujados le permiten una mayor adherencia. Hablamos de los macarrones, los rigatoni o los tortiglioni. Siguiendo las recomendaciones, este tipo de pasta admite grandes tropezones, sobre todo de carne y casquería, setas y champiñones en láminas o verduras que se preparan prácticamente intactas -como las espinacas, las acelgas, la zanahoria o el calabacín-. Además, quedan genial al horno. En cambio, para la pasta corta, cilíndrica y lisa -como los penne, los cannelloni o los mostaccio- es mejor aplicar los mismos consejos que para la pasta más larga y fina.
Pasta corta y compacta
En este caso, son todas esas variedades de tamaño reducido y formas originales. Los lacitos o farfalle, las espirales o fusilli y las conchas o conchiglie son solo algunos ejemplos. Al igual que la pasta más larga y ancha, esta variedad es la adecuada para las salsas densas que se deslizan con mayor dificultad debido a los bordes y múltiples recovecos que incluyen. A lo que se suman los ingredientes de gran tamaño. No obstante, algunos expertos aseguran que estas no deben acaparar todo el protagonismo del plato, es decir, su función es la de cualquier otro componente. Por ello, son las que más se utilizan para las ensaladas frías, pues además aportan una vistosidad adicional.
De fantasía
Aunque la mayoría sigan la receta original, existen ciertas variedades que lideran también los platos de sopa. Esta requiere una pasta que no sea larga ni densa pues dificulta su consumo, algo que la gastronomía asiática a veces pasa por alto. Por este motivo, se suelen emplear los fideos, las estrellitas o esas letras diminutas que tanta ilusión nos hacían de pequeños. Otros tipos, desconocidos en nuestro país, son los risi, los seme di melone, los gramigna o los conchigliette. También quedan muy bien en guisos cuyos ingredientes protagonistas no son demasiado grandes o abundantes.
Pasta rellena
Por último, y no menos importante, la pasta rellena requiere también sus propias pautas. Esta variedad, una de las más solicitadas, debe acaparar toda la atención pues en su interior ya residen los ingredientes que darán sabor al plato. Los raviolis, los ñoquis y los tortellini son los más conocidos, pero los panzerotti, los cappelletti o los agnolotti son opciones igual de interesantes. La carne, el queso o el marisco son los alimentos más utilizados para el relleno, mientras que la salsa debe tener un gusto más suave, como aquellas hechas a base de setas, verduras o aceite de oliva.
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