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Las tartas más famosas del mundo que tienes que probar alguna vez en la vida

Las tartas son un manjar con el que siempre aciertas y que se puede elaborar con multitud de ingredientes y técnicas para agasajar el paladar. No obstante, aunque este recetario se caracteriza por la variedad y el gusto, hay elaboraciones que destacan a lo largo y ancho del planeta y que se han ganado una reputación entre los comensales más golosos. En Alimente os vamos a mostrar cuáles son las tartas más típicas de algunos puntos del globo, para que sepáis dónde encontrarlas cuando salgáis de España. Son muy calóricas, pero un consumo esporádico y moderado nos permite disfrutar de estas conocidísimas obras culinarias sin perjudicar sobremanera nuestra salud.

Sacher

En Viena, la tarta Sacher es prácticamente una institución. Fue creada por el repostero Franz Sacher hacia el año 1832 y a día de hoy todavía se puede disfrutar en su versión más auténtica en el hotel Sacher. En esencia, está compuesta por dos piezas de bizcocho de chocolate y mantequilla, y entre medias, se ubica una capa de mermelada de albaricoque. Todo ello envuelto en un glaseado de chocolate negro que le aporta un toque crujiente y que contrasta con la esponjosidad del bizcocho y la mermelada. Un imprescindible para los amantes del chocolate.

Foto: iStock.Foto: iStock.Foto: iStock.

Victoria Sponge

La reina Victoria de Inglaterra solía disfrutar de esta tarta durante su regencia y por eso se acuñó este nombre. Su principal característica es que tiene una base muy mullida hecha con harina, huevo, azúcar, mantequilla y levadura, siendo este último el ingrediente clave para lograr la esponjosidad y el volumen necesarios. La mermelada de frambuesa y la nata montada se añaden después entre dos copas de bizcocho para lograr un punto cremoso y mucho más dulce.

Tatin

Cuenta la leyenda que esta tarta fue creada en 1889 en el hotel Tatin de Lamotte-Beuvron, en Francia, a consecuencia de una equivocación de una de las hermanas que lo regentaba. Esta cocinó las manzanas más de la cuenta, que se caramelizaron. Para no tirarlas, colocó la masa quebrada encima, la horneó de dicha forma y después le dio la vuelta. Sea cierta o no la historia, a día de hoy la tarta Tatin se sigue elaborando de esta peculiar forma, donde las manzanas se caramelizan en mantequilla y azúcar antes de incorporarlas a la masa. Además, suele acompañarse con un poco de helado de vainilla.

Foto: iStock.Foto: iStock.Foto: iStock.

Dobos

Cinco capas de bizcocho esponjoso que se intercalan con chocolate y se cubren con caramelo. Así es esta famosa tarta de origen húngaro que fue creada por Jozsef C. Dobos en 1884. Desde entonces, su popularidad se ha extendido por toda Europa. Un manjar que llama la atención en el paladar y que resulta muy vistoso cuando se corta en porciones y se ven todas sus capas.

Selva Negra

Con el mismo nombre que el famoso macizo montañoso encontramos uno de los postres más conocidos y mejor valorados de Alemania. Concretamente, la tarta Selva Negra es típica de Baden y para su elaboración se utilizan especialmente cerezas, uno de los alimentos protagonistas de esta región geográfica. Así, vemos que se compone de un bizcocho empapado en kirsch, un licor que se prepara con dicha fruta. Los diferentes pisos se intercalan con nata y mermelada de cerezas, y se culmina con una cobertura de crema chantillí, virutas de chocolate y más cerezas.

Foto: iStock.Foto: iStock.Foto: iStock.

Saint-Honoré

Honorato de Amiens es el patrón de los pasteleros y, además, pone su nombre a una de las tartas más famosas y reconocibles a simple vista. Esta se prepara con profiteroles, que se colocan sobre la típica pasta choux francesa -que se usa también para los profiteroles- y se acompañan con crema Saint-Honoré, una especie de mezcla de merengue y crema pastelera que tiene un gusto muy particular con matices a vainilla, naranja o licor.

Pavlova

En Australia y, especialmente, en Nueva Zelanda, la tarta Pavlova es uno de los postres más solicitados cuando llegan días de celebración como la Navidad. Cuenta la leyenda que fue creada en honor a la bailarina rusa de ballet Anna Pávlova, motivo por el que recoge su nombre. En cuanto a la composición, se trata de una base de merengue a la que se le añade nata y trozos de fruta en la superficie, como fresas o kiwi. Así, queda crujiente por fuera, pero jugosa y cremosa en el interior.



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