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Guillermo Martín Melgar (Farmaenfurecida): «El paracetamol es el medicamento que más vendo. Es el opio del pueblo»

Farmacéutico, tuitero y bloguero de batas. Así se define Guillermo Martín Melgar en las redes sociales, donde escribe bajo el nombre de @farmaenfurecida. Una cuenta de Twitter que nació como protesta por el cambio del plan de estudios en la carrera de Farmacia y que ahora se ha convertido en un sitio de información sanitaria fiable, con dosis de humor, y con mucha crítica a las «influencers» de moda que se atreven a recomendar medicamentos. Acaba de publicar un divertido libro con sus vivencias profesionales: «Esta farmacia es una cruz» (Grijalbo). -¿Cuánto de autobiográfico y cuánto de ficción tiene tu libro? -No sé por qué lo ponen en categoría ficción porque es autobiográfico 100%. No solo por mi parte sino por todos los farmacéuticos cuando empiezan a trabajar en la farmacia. -¿Qué es lo que más molesta a los farmacéuticos de los clientes? -Pedir cosas sin receta. Eso es lo que más, sobre todo antibióticos. También cuando te dicen: «me vas sacando uno a uno los medicamentos y te voy diciendo lo que necesito y lo que no». O cuando te piden un medicamento que no aparece en su receta electrónica y te dicen que lo quieren porque a su cuñado le ha ido bien. -¿Cuál sería el perfil de ese usuario que ves entrar por la puerta y ya te echas a temblar? -Cada farmacia tiene su fauna y sus clientes difíciles. Es verdad que mucha gente mayor es reacia a que le atienda alguien joven y no se fían. ¡Con lo actualizados que estamos! -¿Cuál es el medicamento que más despachas a diario en la farmacia? -Paracetamol. Es el opio del pueblo. Hay personas que, cuando les quedan dos cajas en casa, ya se ponen nerviosas por si les falta. -¿Cuál es el producto no medicamento que más se vende en la farmacia? -La cosmética. Como nos han bajado el precio de los medicamentos, hay que vender otras cosas. En la carrera estudiamos mucho sobre dermatología, conocemos los tipos de piel y podemos hacer un asesoramiento individualizado. Si vas a pagar un euro más que sea porque funciona. -¿Han llegado a sobornarte para conseguir sin receta algún medicamento? -No, pero me han amenazado con demandarme. Y es bastante común. Me pedían un medicamento de 60 euros ¡sin receta y sin dinero! La farmacia es el único establecimiento en el que te amenazan por cumplir las leyes. -Confiesa, ¿realmente hay diferencia entre el genérico y el de marca? -Puede haber un 10% de diferencia en los excipientes, lo que afecta a la biodisponibilidad, a si actúa más rápido, pero no es muy relevante. Muchos genéricos y marcas vienen del mismo laboratorio en cajas diferentes. -¿Cuál es la situación más surrealista que has vivido en la farmacia? -Madres que echan colirios con corticoides o antibiótico a los niños porque se les secan los ojos jugando a la videoconsola, por ejemplo. -Hablando de cosas surrealistas, hablemos de «influencers» haciendo recomendaciones médicas. Lo has denunciado desde tu cuenta de Twitter. -Una de ellas recomendaba dejar de tomar la píldora porque le había salido celulitis, otra que aconsejaba un antibiótico para el acné... La respuesta del público ha sido a mi favor. No tiene sentido que Instagram te censure un desnudo en dos minutos pero puedas recomendar antibiótico a todo el mundo. -Una vez una farmacéutica me dijo que ella había salvado muchas vidas en el barrio en el que trabajaba. ¿Os toca hacer demasiadas veces el primer cribaje médico? -Somos el primer filtro. Ahorramos visitas médicas o a urgencias. -¿Qué te parece que las farmacias vendan homeopatía cuando no tiene eficacia demostrada? -Llevo trabajando cinco años y nunca he dado homeopatía. Cuando me la piden busco alternativas de fitoterapia. Hay mucho desconocimiento. Se piensa que es una cosa natural, como las plantas, y no es eso. -Siempre me pareció admirable la capacidad del farmacéutico para leer las recetas con letra de médico. ¿Habéis mejorado con la receta electrónica? -Más difícil que la letra del médico es sacar lo que quiere el paciente. Vas deduciendo cuando empiezan a decirte: es una pastilla amarilla, pequeña... La receta electrónica nos ha agilizado, pero para los mayores es un engorro. Ellos no se aclaran y pasan la mitad del tiempo en la farmacia. Antes venían una vez al mes y ahora 4 o 5.

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