Pepe Rodríguez: "Decir que un concursante es un cocinero son palabras mayores"
La gastronomía vive una época dorada, aunque no por las razones tradicionales. Durante la crisis de finales de la década pasada y principios de la presente, se popularizaron sobremanera los programas de cocina. Aunque las causas de esto son muy variadas, una de las posibles explicaciones es que si no teníamos dinero para comer fuera, más nos valía ver cocinar.
Uno de los principales responsables de este éxito es el chef Pepe Rodríguez Rey (1968, Illescas), que suma además su éxito personal en el restaurante El Bohío (una estrella Michelin), en la provincia de Toledo. Él es el responsable, junto a Samantha Vallejo-Nágera y Jordi Cruz, de presentar y haber llevado a la fama más absoluta el programa 'MasterChef' (miércoles a las 22:10 en La 1 de TVE). A raíz de una serie de eventos organizados por Mahou, Conversaciones Maestras, Alimente ha reunido la oportunidad de hablar con Pepe y conocer cómo ha afectado el éxito gastronómico televisivo al mundo de la cocina de élite.
"Me pego un tute de trabajo que no veas, tanto en el restaurante como en el programa"
Lo principal que tenemos que tener en cuenta es que, aunque parezca que durante meses y meses al año los cocineros se encuentran alejados de sus cocinas llevando a cabo el programa, esto no es para nada así: "Compagino ambas cosas y, al final, lunes grabo, miércoles grabo y viernes grabo, pero martes, jueves, sábado y domingo estoy en el restaurante. No echo de menos nada, al contrario, por mí grabaría más", explica Pepe Rodríguez. Eso sí, la exigencia de viajar de Toledo a Madrid dos días a la semana (mínimo) y de ir a otro punto de la geografía española para las pruebas de equipo no es un esfuerzo pequeño: "Me pego un tute que no veas, tanto en el restaurante como en el programa", cuenta el chef.
Dani García: "La gastronomía española ha sido maltratada"
Gracias a este tipo de programas, el tipo de cliente habitual de los restaurantes de élite ha cambiado mucho en los últimos 15 años. Anteriormente, se trataba principalmente de gente que asistía ex profeso para saborear algo único y sorprendente. Hoy, en cambio, se ha popularizado mucho más, y gente para la que la gastronomía no es lo principal ha empezado a formar parte del público habitual y mayoritario. Es inevitable preguntarse si esto implica que los chefs han cambiado su idea de negocio. Pepe no tiene la menor duda: "Cuando viene un cliente a mi restaurante me da exactamente igual si me reconoce o no, o si viene por ver el programa o no. A mí lo que me interesa es que se vaya muy feliz, como lo hacían antes de la tele (y comiendo igual de bien). Y ellos, creo yo, lo que piensan es: 'Yo quiero comer bien, que tu restaurante vale 120€ de media', y es completamente lógico".
De todos modos, es completamente innegable que no es solo el cliente de restaurante de élite el que ha cambiado, sino también los propios cocineros. Aquella profesión que estaba rodeada de secretismo, de gente de la que habíamos oído hablar, que eran famosos, pero que ni les poníamos cara, ni voz y que, desde luego, la inmensa mayor parte de nosotros desconocía a qué sabían sus platos, ahora están en primera línea de los medios. Sabemos quién es Quique Dacosta, Carme Ruscalleda o Dani García, por qué son famosos y cuáles son sus especialidades. Antes, más allá de Arguiñano, poco sabíamos.
Este cambio se debe a 'MasterChef', aunque no ha sido un camino fácil: "Al principio costó que los chefs se adaptasen. Les daba mucho miedo salir en la televisión. Como si por el hecho de hacerlo no tuviéramos derecho a ser buenos en nuestra profesión. Ahora, en cambio, todos quieren salir en 'MasterChef', ahora que han visto que el programa es estupendo, impecable y que tiene una acogida social extraordinaria. No creo que haya ningún cocinero que no le apetezca venir al programa tras 18 ediciones".
Y la repercusión del programa no se ha limitado a un cambio de mentalidad tanto de clientes como de chefs, sino también de cómo cocinamos en nuestra propia casa; ejemplo de esto es el claro aumento de calidad de los participantes en el programa: "Hay un aumento, porque ahora a la gente le suenan cosas como el sifón. De hecho, algunos lo tienen en su propia casa, saben lo que es la goma xantana y la usan para espesar salsas. Cierto es que no veo a la gente haciendo esféricos de lentejas, tal vez solo unos cuantos 'frikis' impresionando a sus amigos. Pero el cierto que el nivel aumenta. Que un niño entienda que puede hacer un aire y lo normalice es algo genial", explica el televisivo chef.
De todos modos, por mucho que aumente el nivel, entre ser un cocinero profesional y un concursante de programa hay un claro salto: "Es verdad que en todos esos meses de preparación vemos quién tiene aptitud y quién no la tiene, y hay algunos que los ves y dices: este tío funcionaría como ayudante en mi cocina, pero de ahí a decir que ya es un cocinero..., cuidado, eso son palabras mayores".
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