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«Para acorralar el cáncer necesitamos mucho dinero»

El inmunólogo japonés Tasuku Honjo, considerado uno de los padres de la inmunoterapia, es uno de los principales responsables del «cambio de paradigma» en el tratamiento del cáncer. Los estudios de Honjo han hecho posible el desarrollo de fármacos para el cáncer capaces de activar las defensas del propio organismo para que nuestras propias células defensivas ataquen al tumor. El papel de los trabajos de Honjo ha sido fundamental en la identificación de la proteína 1 de muerte celular programada (PD-1) y su ligando (PD-L1), que controlan el sistema inmune como un interruptor, activando o inhibiendo las células del sistema inmunológico de manera que son incapaces de reconocer al tumor como extraño y eliminarlo. En la actualidad, la inmunoterapia que actúa sobre esta proteína está demostrando ser eficaz en cánceres como el melanoma, cáncer de pulmón, mama, ginecológicos, de cabeza-cuello o digestivos. Sus hallazgos, le valieron en 2018 el premio Nobel de Medicina junto al estadounidense James P. Allison. Honjo ha estado en Madrid para recibir el premio Fernández-Cruz y la medalla de académico de honor electo de la Real Academia Nacional de Medicina por su papel en el desarrollo de la inmunoterapia. —¿Es la inmunoterapia la solución final para el cáncer? —No tengo ninguna duda de que la inmunoterapia es el tratamiento más prometedor para tratar el cáncer de los últimos 10 años. Sin embargo, estoy convencido que harán falta otras alternativas, como quimioterapia u otros agentes, que mejorarán aun más el beneficio de la inmunoterapia. Yo tengo la certeza de que la suma de todos ellos terminará por convertir al cáncer en una enfermedad crónica. Es decir, tendremos que empezar a ver al cáncer como algo que convive en nuestro organismo, pero que no es una amenaza. —¿Una enfermedad crónica como la diabetes? En cierto modo sí, pero con menos complicaciones. En algunas de estas enfermedades hace falta medicación de forma continua, en el caso del cáncer, no sería necesario. No tengo ninguna duda de que la inmunoterapia es el tratamiento más prometedor para tratar el cáncer de los últimos 10 años —Ha dicho que la inmunoterapia no será la vía exclusiva para tratar el cáncer. —Lo cierto es que en la mayoría de los tumores habrá que combinar la inmunoterapia, radioterapia o quimioterapia y algunos otros tipos de formas de estimular el sistema inmune. Hay miles de estudios en marcha que ofrecerán información a corto y medio plazo. —Habla como médico pero, como paciente, debe ser difícil entender que se tiene un cáncer y no hace falta tratamiento —Es importante explicar de la forma más comprensible posible a los pacientes que, después del tratamiento, el sistema inmune que se ha activado correctamente realiza un control equilibrado del cáncer en el que el tumor ya ni crece ni se extiende por el organismo. Si en algún momento se alcanza esta situación del control, habría que empezar a cambiar la mentalidad en cuanto a la palabra cáncer. Ya no sería una enfermedad tan grave. Recalco que hace falta mucho dinero y talento, para hacer miles de pruebas que todavía hacen falta —El doctor James P. Allison, el investigador de EE.UU. que compartió el Nobel con usted, explicó que, como había pasado por tres tipos de cáncer, tenía una motivación extra. En su caso, ¿cuál es su motivación? —Afortunadamente yo no he experimentado ningún tipo de cáncer. En mi caso, mi motivación para estudiar en el campo del cáncer proviene, en cierto modo, de una experiencia personal. Durante mi etapa en la Universidad uno de mis compañeros de clase falleció como consecuencia de un cáncer de estómago. Fue algo muy rápido y triste para todos sus compañeros. Pero, en realidad, yo no estaba interesado en el cáncer en sí mismo, sino que mi interés se dirigía más a los mecanismos moleculares del sistema inmune y, de esta forma, empezamos a identificar algunas moléculas que parecían prometedoras. Finalmente, identifiqué la proteína 1 PD-1 y su ligando (PD-L1), como elementos fundamentales en la lucha del organismo contra el cáncer. De alguna manera fue providencial y sorprendente, porque mi idea inicial nunca había sido tratar de curar el cáncer. —¿Sabía cuando identificó PD-1 que podía llegar a revolucionar el tratamiento del cáncer? —Si he de ser sincero, no. Solo sabíamos que habíamos encontrado una molécula única, aunque desconocíamos su función, por lo que decidimos centrarnos en ella y descubrimos que era clave en la regulación del sistema inmune. Una vez que comprendimos su función, entonces supimos que no estábamos muy lejos de encontrar un posible tratamiento contra el cáncer. —¿Qué hace falta para seguir acorralando esta enfermedad? —Evidentemente, y quien lo niegue no dice la verdad, dinero. Pero también talento, mucho talento. Al contrario que en el campo de la ingeniería, donde todo está programado y previsto, en este tipo de investigación no hay nada previsto, y hay que probar muchas variables. No sabemos cuál es la pregunta, o la respuesta, correcta si no lo probamos antes. Por ese motivo necesitamos cientos o miles de intentos. Por eso digo que todavía estamos en unas fases muy tempranas. Y también recalco que hace falta mucho dinero. —¿Veremos usted o yo la curación? —¡Si la tenemos para muchos pacientes! Si después de 5 años no hay rastro del tumor, podemos hablar de cura, sin duda alguna. Pero es cierto que algunos tumores no responden a la inmunoterapia. Las razones pueden ser varias, pero yo creo que hay que tener en cuenta que la respuesta inmune de cada individuo es diferente. Pero además, en algunos casos es posible que el propio sistema inmunológico no reconozca al cáncer.

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